viernes, 26 de octubre de 2012

La ex estación de Villa de Leales es testigo de los años de gloria y ceniza

Viernes, 26 de Octubre de 2012


Alberto Horacio Elsinger
LA GACETA
aelsinger@lagaceta.com.ar


CAMINANDO ENTRE LAS VÍAS

El viejo edificio es hoy la vivienda de la familia Brito. También perdura la casa de los maquinistas. Son los únicos restos de la parada, que fue epicentro de la fastuosa inauguración del ahora olvidado ramal Pacará-Las Termas, en 1928.


GARAGE. El andén de la estación se convirtió en garage y la boletería es ahora la ventana de un dormitorio.

 Alguna vez el camino de hierro atravesó el pueblo. Pero de esa época solo quedan indicios abstractos o relatos orales de celosos custodios de la memoria lugareña. Sin embargo, la región fue escenario de atrapantes historias bélicas entre indígenas, de misterios típicos de tierra adentro, de romances de excéntricos millonarios y de calamidades insospechadas. También de enigmas y de testimonios de fe.


GALERIA. El frente de la vieja parada está hacia el fondo del predio. Hacia la calle Juan L. Nougués s/n.

Solo el edificio de la ex estación del tren y de la otrora residencia de los maquinistas son tangibles. Cuesta creer ahora que la Casa 10 de la Manzana B del barrio San Roque, de Villa de Leales, haya sido el epicentro -hace 84 años- del acto inaugural del ramal C-10 del ex ferrocarril estatal Belgrano. No porque se encuentre deteriorada -al contrario, la mantienen en muy buen estado- sino por la inexistencia de su entorno típicamente ferroviario. Esa abstinencia de indicios de tiempos de trenes, de máquinas a vapor, de cambios manuales y de señales es lo que la caracteriza como vivienda.

Otra fisonomía

Una pared de bloques encierra el predio que ocupa la parada. Tanto en ambos laterales como al fondo y al frente. En este último sector un portón de acceso simultáneo para peatones y automotores quiebra la monotonía del rústico muro del entorno.


EL DUEÑO DE CASA. Rubén Brito reside y resguarda la histórica construcción. LA GACETA / FOTOS DE HECTOR PERALTA.

"Había otra fisonomía en el pueblo. Era más bullicioso, divertido y auspiciante. Se vivía mejor. Había más ingresos y el ferrocarril generaba ingresos, fuentes de trabajo, progreso y comunicación. En otras palabras, el lugar se caracterizaba por su elevado poder de convocatoria. No solo para los viajeros que dependían del tren, para ir y volver tanto a la ciudad como a Las Termas de Río Hondo, sino también para los comerciantes del lugar y para los innumerables santiagueños que nos invadían con una increíble variedad de artesanías, productos y animales que traían para vender". Lo cuenta puntillosamente Rubén Héctor Brito, propietario de la ex estación y custodio de ese significativo escenario ferrocarrilero.

La ruta y el acceso

Para acceder a esta comuna situada 45 kilómetros al sureste de San Miguel de Tucumán hay que transitar por la ruta provincial 306. La Villa de Leales, en el departamento homónimo, cobija a más de 3.000 habitantes y se encuentra a la vera del trazado provincial.

Otro arco indica el acceso al corazón de la jurisdicción, cuyo nacimiento se remonta al siglo XVIII. Tras recorrer dos cuadras por la avenida Américo Vespucio se desemboca en la plaza principal San Martín. En los alrededores se localizan las principales instituciones. En una de las esquinas está la iglesia, erigida hace 232 años. También a más de 1.300 metros hacia el este, próximo a las orillas del río Salí se sitúa el mítico castillo del castoral, que data de 1890 aproximadamente.


FRENTE. Una pared de bloques rodea a la vieja casa ferroviaria de Villa Leales, barrio San Roque.

"En este andén se vendían pájaros -reinas mora, canarios, cardenales, loros, catas-, cabritos, cerdos, patay, bolanchao, mesas y sillas que fabricaba un carpintero muy cercano a la estación", destacó Brito (61 años), mientras se apoya en un Fiat blanco estacionado casi al frente de la hoy clausurada boletería, convertida en ventanal de dormitorio.

"Allá al frente -señala- estaban los talleres, el tanque de agua y dos galpones. La playa de maniobras ocupaba la calle de la fachada de la estación y a unos 120 metros de aquí todavía está la residencia de los maquinistas. Hoy es la casa de mi hermano", especificó el dueño de la histórica construcción.

Depredación

Rubén Brito se hizo cargo de la estación. "Hace más de 30 años tuve que instalarme aquí. Hubo muchos depredadores. Se llevaron hasta las chapas y los ladrillos de los galpones ¡Más vale ni hablar de las vías y los durmientes! En los 80 fue levantada la traza del ramal, preferentemente los 66 kilómetros desde aquí a Río Hondo. Este barrio se construyó durante el gobierno de Menem. Él enterró al ferrocarril de pasajeros y privatizó las cargas", remarcó. Brito reside en la estación junto a su familia -esposa y cuatro hijos-.

Así como las imágenes de Cristo y de la Virgen de la Candelaria se salvaron milagrosamente de la inundación que en 1863 arrasó con la iglesia y la villa, la estación ferroviaria de esta comuna también pudo perdurar. Aunque el ramal Pacará-Las Termas hoy sea inviable de reactivar: no queda ningún raíl, tampoco durmientes ni vagones. Así las cosas, como diría el poeta, "a veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado".

Un pequeño caserío del Salí

La sede del otrora curato de Los Juárez o del Río Grande abarcaba las localidades hoy ubicadas al este del margen del río Salí, como Los Sueldos, Los Camperos, Laguna Blanca, Mancopa y Santa Rosa, hasta Santiago del Estero. La actual Villa de Leales se remonta a un pequeño caserío, que rodeó la construcción de la capilla -hoy parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria-, erigida con adobe y techo de paja, y provista de un campanario sostenido por horcones de quebracho.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/517101/tucumanos/ex-estacion-leales-testigo-anos-gloria.html



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Hechos y protagonistas

LA PLAZA.- El principal paseo público de la Villa de Leales es la plaza San Martín (foto de la izquierda). En torno a ella se erigieron las principales instituciones de la comuna. A partir del gobierno de Alejandro Heredia (1831-1838) comenzó a utilizarse el nombre de Leales.



ORÍGENES.- Villa de Leales nació en 1780 y creció en torno a la iglesia construída a orillas del entonces denominado río Grande -actual río Salí-. Así lo demuestran los archivos que datan de la época de las colonias y de la Independencia.

DIÓCESIS.- El viejo, pequeño y desaparecido templo pertenecía a la diócesis de Salta, pero en 1897 pasó a formar parte de la diócesis de Tucumán, creada ese año por el Papa León XIII. Desde el 12 de agosto de 1967 la nueva iglesia se incorporó a la diócesis de la Santísima Concepción, por disposición de Su Santidad, el Papa Pablo VI.


 CURATOS.- A fines del siglo XVIII la iglesia de Villa de Leales integraba el curato de Chicligasta. Después se incorporó al curato de Los Juárez -los integrantes de esa familia eran los mayores terratenientes de la zona-.

ARRASADA.- En 1849, la capilla que estaba construida con ladrillos de adobe y techo de paja fue elevada a parroquia. Pero en febrero de 1863 el río, que tantas veces la había anegado, arrasó e hizo desaparecer al templo, al igual que a la totalidad de la villa.

NUEVO TEMPLO.- Se habilitó en el actual emplazamiento en 1866 (foto de la derecha). Ocho décadas después (en 1937) se colocó el altar mayor, llevado desde la iglesia San Francisco de la capital tucumana.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/517102/tucumanos/hechos-protagonistas.html

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