domingo, 21 de junio de 2015

Partió desde Zapala con el tren que iba a defender a Perón

21-06-2015.

Francisco Carnese
carnesef@lmneuquen.com.ar

Neuquén. CIUDAD.

Gilberto Godoy. En el ‘55 condujo una formación que llevaba armas y personal del Ejército para contrarrestar el bombardeo a Plaza de Mayo.       

La formación salió al mando de un inspector nacional que hacía las veces de maquinista y de Godoy, que cumplió la función de foguista. El tren fue atacado en Río Colorado por un grupo de aviones que había partido de la base naval de Puerto Belgrano.

Historia en las vías. Gilberto Goduy fue el foguista del tren que salió de territorio neuquino para defender a Perón.


Neuquén.- Aquel mediodía del 16 de junio de 1955, escuadrones pertenecientes a la Aviación Naval, al mando de opositores al gobierno del por entonces presidente Juan Domingo Perón, bombardeaban y ametrallaban con munición aérea la Plaza de Mayo, el edificio de la Casa Rosada y el de la CGT. Más de 300 muertos, en una lista que incluía a trabajadores y ciudadanos de a pie que circulaban por el lugar, sumados a unos 700 heridos –entre los que se encontraban militares que se encargaron de repeler la agresión– fue el saldo de esa jornada trágica para la historia política argentina.

Muy lejos de Buenos Aires, pero en el mismo día en que se intentó asesinar a Perón e instalar un golpe de Estado, Gilberto Godoy, quien ya se desempeñaba como peón del ferrocarril desde 1952, era enviado desde Neuquén capital a la localidad de Ramón Castro, en el centro de la provincia, para practicar maniobras y el encendido de locomotoras. De manera sorpresiva y por orden del Ejército, en Ramón Castro la máquina que manejaba es enganchada por otra locomotora para recorrer un poco más de 20 kilómetros con destino a Zapala. “Me dicen en ese momento que hay un despelote bárbaro en Casa Rosada, que aparecieron unos aviones bombardeando”, recuerda Godoy, quien hoy, a los 81 años, narra todo lo ocurrido como si se tratara de un hecho en tiempo presente.

Ya de noche y en Zapala, lo llaman a tomar servicio. La operación la encabezaba un mayor del Ejército, que estaba acompañado por un sargento, un sargento ayudante y un cabo. El tren disponía de algunos vagones de carga y uno de pasajeros. En los primeros se cargó el armamento, que constaba de fusiles, cañones y tanquetas. En el otro se subió la tropa. Por la mañana, la formación partió al mando de un inspector nacional que hacía las veces de maquinista y de Godoy, que cumplía por primera vez la función de foguista (ayudante). La tensión que se vivía en la cabina de la locomotora se incrementó cuando el inspector le preguntó al por entonces joven ferroviario si conocía bien las vías y si existía la posibilidad de que en el recorrido, debajo de algún durmiente o alcantarilla, se pudiese esconder una bomba colocada por los golpistas. “Llevábamos como 2000 toneladas de peso. Le dije que iríamos despacio, pero que no teníamos que parar porque se recalentarían los frenos y después no podríamos volver a arrancar”, explica.

La tarea de Godoy concluyó con la llegada de la formación a Neuquén, donde fue relevado por otro maquinista. La historia no oficial cuenta que el temor del inspector nacional tenía un fundamento, ya que ese tren fue atacado en Río Colorado por un grupo de aviones que había partido de la base naval de Puerto Belgrano, pese a que los cabecillas de la sublevación ya se habían rendido en Buenos Aires.

Godoy rememora los detalles de aquellos acontecimientos, sucedidos 60 años atrás, mientras camina por el andén de la estación de Neuquén que el mes que viene volverá a ver pasar, después de más de dos décadas de ausencia, al tren de pasajeros. Señala la sala de espera que hoy está siendo reacondicionada, cuenta como llegaban las cargas y las encomiendas, que se bajaban en lo que era un galpón y donde actualmente funciona una sala de arte. Habla con cierta dosis de nostalgia y resalta la importancia económica y social que representaba por esa época el arribo del tren.

Sin embargo, antes de despedirse, la charla deriva otra vez en alguna otra anécdota de ese día en el que formó parte, casi sin saberlo, de la historia del tren que salió de territorio neuquino para defender a Perón.

El periplo del ferrocarril
La época dorada y el cierre en los ‘90


Aunque hace tiempo que está jubilado, Godoy cuenta con orgullo su pertenencia al ferrocarril y al sindicato La Fraternidad, que ayer cumplió 128 años de existencia. Además, destaca las bondades que ofrecía este servicio de transporte. “En mi época de maquinista arriba del tren se podía pasear, comer, había calefacción y muchas comodidades. En los últimos años que funcionó, eso ya no pasaba.

Estaba muy deteriorado, lo querían fundir”, señala con desazón respecto a lo que fue el cierre del ramal, en 1992, y asegura: “El tren nuevo va a movilizar otra vez a todo este lugar”.

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