jueves, 19 de abril de 2012

Playas de maniobras (Villa María Gravitación)

19 de Abril de 2012

Rissieri Bettiol, trabajó en el ferrocarril desde la época de los ingleses y cuenta la historia.

Las playas de maniobras de ferrocarril con un sistema de gravitación, ubicadas en las afueras de Villa María, fueron las más importantes de Sudamérica y las que le dieron origen al populoso sector de la ciudad que supo ser comuna independiente hasta que se incorporó a Villa María en 1967.

Rissieri Bettiol fue vecino de Las Playas y trabajador ferroviario. Cuenta la historia del barrio ligado al tren. El barrio creció al amparo del ferrocarril



Rissieri Bettiol es uno de los pocos trabajadores del ferrocarril que inició su actividad cuando la empresa aún pertenecía a la compañía inglesa.

Hoy, un activo miembro del Centro de Jubilados Los Fraternales, es un testigo vivo de la historia del surgimiento de Las Playas, donde vivió durante más de 30 años.

Ingresó en 1947 como aspirante a foguista cuando el ferrocarril era una gran fuente de empleo para la ciudad. “Imagínese que por turno, en las playas de maniobras, trabajaban 350 personas”, recuerda.
Además, cuando venía “el vagón de pago, le traía los haberes a 1.500 personas”. Resulta pintoresco imaginarse el vagón instalado, con custodia, en la zona vial ubicada en el centro de la ciudad, con un pagador que detrás de una ventanita entregaba los sobres con el dinero de los sueldos.

El barrio Las Playas se conformó primero con las viviendas del personal del ferrocarril, en el año 1925. “Como hijo de ferroviarios llegué a vivir en los chalés, que eran las casas para los jerárquicos”, recordó.

Con lenguaje técnico que habla de los oficios que requería el movimiento intenso de los trenes (circulaban 12 por turno), relató la manera en la que se construyeron las playas de maniobras, movilizando toneladas de tierra para hacer los desniveles que permitían, por gravitación, que los vagones se vayan “acomodando” donde correspondía.


“El tren pasaba por la balanza y después, por el declive, cada vagón bajaba como consecuencia de la gravedad (por eso se llamaban también playas de gravitación) hacia el lugar que correspondía. Para que no chocaran con fuerza unos con otros, había peones que calzaban una especie de barras con las que se iba frenando unos metros adelante, para acomodarse suavemente uno detrás de otro”, relató.
Como lamentable de la época, Rissieri Bettiol recuerda “que vio mucha gente morir atrapada por los vagones porque esa tarea era muy riesgosa, especialmente de noche y cuando llovía”.

Mientras el barrio crecía al ritmo del crecimiento de la empresa ferroviaria, ya desde 1948 en manos del Estado nacional, se iban construyendo más casas. “Fue siempre un barrio obrero. Primero éramos los ferroviarios, pero después empezó a vivir allí la gente que trabajaba en la Fábrica Militar.”

Con el correr del tiempo, las instituciones le iban dando un perfil definido al barrio gobernado por una comisión de vecinos. “Era muy importante el Club San Lorenzo, ahí jugábamos al fútbol. Yo era el arquero”, recuerda el jubilado ferroviario.

Un capítulo especial de la memoria está dedicado al trencito de Las Playas, que demoraba 15 minutos en cubrir la distancia que separaba a la barriada con el centro de la ciudad. “La locomotora te quedaba, al llegar, al final del convoy, por lo que se preparaba todo para que circulara con los vagones adelante y la locomotora atrás en el trayecto de ida al centro y viceversa en el regreso”, dijo.
“Me acuerdo que tenía cinco paradas: la del bulevar Sarmiento, la del barrio Rivadavia, la de la playa de gravitación y la final, que estaba en el galpón”, recordó.

Se ilumina cuando recuerda su vida laboral en el ferrocarril, pero no puede dejar de ensombrecerse cuando en el año 1992, la empresa, la gran empresa que dio vida al barrio, pasó a manos privadas. “No voy a olvidar nunca cuando se la entregaron a Nuevo Central Argentino y a Ferrocentral. La gente se quedó sin el tren que unía pueblos, porque se transportaba no sólo grandes cargas y pasajeros, sino que iba también desde una carta hasta una gallina. Y los trabajadores sufrieron el dolor de haber sido declarados prescindibles. Muchos compraron un remise, otros hicieron changas, pero la mayoría quedó desocupada”, concluyó.

El dato
En 1935 se crea el histórico Club San Lorenzo, donde se desarrollaban diferentes actividades que integraban a toda la familia.
Un grupo de vecinos, que era de San Lorenzo, decidió tomar otro rumbo y fundaron, en 1935, el otro club que le da identidad a Las Playas: Sportivo Juniors, famoso por sus bailes y reuniones sociales.

http://www.eldiariocba.com.ar/noticias/nota.asp?nid=50470

sábado, 14 de abril de 2012

Historias traspasadas por el ferrocarril


Edición del Sábado 14 de abril de 2012
La autora reflexiona sobre el aporte del ferrocarril para el desarrollo de la zona norte de nuestra provincia, especialmente en la antigua Fives Lille, hoy Vera y Pintado. También recuerda anécdotas de los bailes en los galpones ferroviarios y lo que significaba la llegada del tren en esa comunidad.
TEXTOS. GLORIA DAYER DE VANETTI.

Los antecedentes de nuestros ferrocarriles datan del año 1857, cuando se inaugura en Buenos Aires el primer ferrocarril argentino que circulaba dentro de la misma ciudad, máquina que fuera denominada “La Porteña”. Se habían adquirido en Inglaterra dos locomotoras, la ya citada y otra que llamaron “La Argentina”, junto a algunos vagones.

Hasta mediados del siglo XX, la estación llevó el nombre de Fives Lille, cambiando luego por el de Guaraníes.


Para construir el ferrocarril se había constituido, en septiembre de 1853, una sociedad integrada por destacados vecinos de la ciudad, dispuestos a aportar el capital necesario para llevar adelante la obra. Ésta se llamó Sociedad Anónima del Camino del Hierro de Buenos Aires al Oeste. La finalidad era dar a la Nación un nuevo medio de circulación.

La historia del transporte es también la del crecimiento urbano, económico y cultural. Paulatinamente, se fue extendiendo al resto de las provincias y el país comenzaba a unirse gracias a este invento a vapor. La Porteña realizó su viaje inaugural el 29 de agosto de 1857.

Por aquellos años, tres presidentes argentinos se caracterizaron por su interés en construir vías férreas: Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), Nicolás Avellaneda (1874-1880) y Carlos Pellegrini (1890-1892), extendiendo el servicio ferroviario a varias provincias.

Otros hombres de nuestra historia plasmaron con sus conceptos el valor estratégico del ferrocarril para el desarrollo de la Nación: Juan Bautista Alberdi había expresado: “La unidad política debe empezar con la unidad territorial; para conseguir esto sólo hay un medio, el ferrocarril; él hará la unidad de la República Argentina”. Sáenz Peña manifestaba: “El progreso de la agricultura fue más obra del riel que del arado”.

EMPRESA METALÚRGICA FIVES CAIL BABCOK

En el año 1892, se funda en el pueblo de Lille Fives, Francia, la metalúrgica Fives Cail Babcock, que toma un gran impulso en la segunda mitad del siglo XIX. Construye en Europa ramales ferroviarios, se dedica a la fabricación de rieles, estructuras metálicas para la construcción de puentes y torres. Era la principal firma francesa especializada en la producción de material ferroviarios y maquinaria pesada.

Cuando en 1866 se autoriza por ley provincial la construcción de la línea férrea desde Santa Fe a Reconquista, la provincia arrienda su construcción a esta compañía, que ya venía invirtiendo en Argentina al construir la Estación Central del Ferrocarril Santa Fe, conocida como La Francesa (actual terminal de ómnibus Manuel Belgrano, demolida y modificada).

Alrededor del año 1900, el Ferrocarril Santa Fe fue concesionado a capitales franceses. La Compañía Francesa de Ferrocarriles se había constituido en diciembre de 1888 y estaba encabezada por la Metalúrgica Fives Cail.

Era común, a principios del siglo XX, que los países de Europa Occidental formaran alianzas económicas estratégicas para realizar grandes inversiones. Francia, Bélgica y los Países Bajos (Holanda y Luxemburgo), quienes en algún momento habían formado una alianza, se unieron y la firma -que hasta entonces pertenecía a capitales franceses- entre los años 1900 y 1914 pasó a llamarse Paribas (la Banca de París y los Países Bajos).

Hasta 1906 hubo un importante aumento de la carga cerealera proveniente de las regiones agrícolas de Santa Fe y Córdoba. Posteriormente, el rubro más importante pasó a ser el forestal; y el crecimiento del tráfico de madera fue importante.

Durante la Primera Guerra Mundial, al interrumpirse el flujo de inversiones externas, cierra esta etapa de expansión de la compañía francesa. Los cambios en la provincia de Santa Fe ante la Primera Guerra Mundial también se vieron comprometidos. Quedó afectado severamente el comercio exportador de carnes y cereales.

El ferrocarril francés tuvo dos etapas y una fue la de expansión, conforme al crecimiento de la Argentina agroexportadora. La prolongación de las líneas acompaña la primera etapa de colonización del centro-norte de la provincia de Santa Fe, potenciando en las regiones menos pobladas el asentamiento y explotación de tierras.

La otra etapa fue la de la modernización, en que Santa Fe cambia su imagen colonial tradicional. La metalúrgica Fives Cail Babcock, situada en Lille Fives, Francia, trabajó por espacio de 130 años, desde 1862 en que fue fundada hasta 1992, cuando cerró definitivamente. Actualmente, están abocados a llevar adelante un proyecto para convertirla, a futuro, en un espacio cultural y de esparcimiento.

LLEGADA DEL FERROCARRIL AL PUEBLO DE FIVES LILLE

El servicio de ferrocarril queda habilitado al público el 1º de septiembre de 1889. Si bien en esta fecha ya se contaba con este medio, el edificio de la estación aún no estaba construido. Éste fue levantado luego en terrenos donados por los Hnos. Cabal e inaugurado a mediados de julio de 1891, fecha que se toma como fundación del pueblo.

Hasta mediados del siglo XX, la estación llevó el nombre de Fives Lille, cambiando luego por el de Guaraníes. Si bien los indios guaraníes no habitaron la zona, de acuerdo a la regionalización dada como referencia en antiguos mapas, estos grupos ocupaban casi medio continente de América del Sur. Habían alcanzado una gran expansión territorial, llegando a ocupar espacios en la zona del litoral.

Es probable que el nombre de Guaraníes dado a la estación haya sido atendiendo a estas referencias. La llegada del ferrocarril dio origen a muchos otros pueblos que se fueron formando en torno a sus estaciones, a lo largo de su recorrido y crecieron fortalecidos con su llegada. Sus vagones penetraban el desierto e introducían la civilización, convirtiéndose en el principal motor de nuestro desarrollo.

Logró transformar la vida favoreciendo a la agricultura, el comercio, la industria y trajo aparejada la civilización. Su llegada a la zona produjo un gran movimiento económico. Había alterado la fisonomía del paisaje y el progreso daba sus primeros pasos en medio de grandes extensiones de generoso vientre.

Los colonos que poblaban los campos trasladaban las bolsas de cereal en caros tirados por caballos hasta la estación del ferrocarril, donde eran almacenadas en galpones de chapas, construidos paralelos a las vías, a la espera de vagones que llevarían la producción a las ciudades y puertos.
Entre los años 1940 y 1950, algunos productores pudieron adquirir otras movilidades como las “chatitas” que hacían al progreso de la época. El permanente ajetreo de carros, chatas, obreros y trenes reflejaban el trabajo del hombre de campo, que con menos adelantos pero mayores esfuerzos contribuyeron a la construcción del país.

NACIONALIZACIÓN Y OCASO

El 14 de diciembre de 1946, el gobierno nacional presidido por el General Juan Domingo Perón, firmó el convenio de compra de los ferrocarriles de capitales franceses. El 1º de marzo de 1948 se realizó el acto simbólico de la toma de posesión de los ferrocarriles y, en octubre del mismo año, las distintas líneas recibieron los nombres de Roca, San Martín, Sarmiento, Ferrocarril Patagónico y Belgrano.

Esta última cubría el recorrido hacia el interior del chaco santafesino que pasaba por el entonces Fives Lille. Era la más extensa de la red ferroviaria argentina.

Luego de la nacionalización de los ferrocarriles, la Nación dispuso que todas aquellas estaciones que llevaran nombres extranjeros debían ser cambiados por nombres autóctonos. Es así que el pueblo desde su creación y la estación de ferrocarril -que hasta entonces llevaba el nombre de Fives Lille- en el año 1951, el pueblo pasó a llamarse Vera y Pintado, mientras que la estación de ferrocarril se denominó Guaraníes.

La política de entrega llevada adelante en la década de 1990 por el gobierno nacional hizo que se privatizaran empresas estratégicas para el progreso y la seguridad del país, entre ellas, Ferrocarriles Argentinos.

Este eslabón de entrega del patrimonio nacional llevó a la agonía a poblaciones que se habían visto fortalecidas con la llegada del ferrocarril. En nuestro pueblo, el 3 de julio de 1991, una comunicación ordenaba el cierre “provisorio” alegando la falta de personal. Era el principio del fin. Un siglo de existencia: julio de 1891-julio de 1991.

La metalúrgica Fives Cail Babcock, situada en Lille Fives, Francia, trabajó por espacio de 130 años, desde 1862.

La porteña realizó su viaje inaugural el 29 de agosto de 1857.
Fuentes de información
• Archivo fotográfico del Ferrocarril Santa Fe (1891-1948).
• Marielle Leroux y Madeleine Sergeant. Lille Fives, Francia.
• Notas de El Litoral publicadas por Andrés Andreis.

Un espacio para la nostalgia

En nuestra comunidad, el arribo del tren era todo un acontecimiento. El pito anunciaba su llegada y nos convocaba a buscar el diario, el Mundo Infantil, el Billiken, la última revista de tejidos, una encomienda o a esperar una correspondencia que el cartero -con su saca- se disponía a retirar y clasificar. Muchas veces nos sentábamos en sus bancos largos de madera maciza, sólo para ver a su paso algo distinto. Cuando eran convocados los jóvenes para cumplir con el servicio militar, los vagones venían repletos y se sumaban a ellos otros jóvenes de la localidad que llegaban a la estación acompañados por padres, hermanos, familiares y amigos, luego todos despedían al viajero con recomendaciones y lágrimas.

Las familias que venían viajando desde el norte y se dirigían a Santa Fe, demoraban muchas horas para llegar a destino por lo que era habitual que se llevaran la comida para el viaje: el equipo de mate, pan, pollos o gallinas hervidas y nunca faltaba un cantor y guitarrero o un acordeonista que hacía más llevadero el viaje con su música.

Algunos llevaban en cajas de cartón -agujereadas en su tapa- animales pequeños, pájaros, mascotas, que con el bullicio sus voces pasaban inadvertidas. Desconozco si existían disposiciones al respecto pero, si las había, no se respetaban.

Para entonces, los clubes no contaban con locales para sus fiestas. Los bailes y obras de teatro preparadas por aficionados se realizaban en los galpones de chapas que se levantaban al costado de las vías, donde se improvisaba el escenario con tambores y maderas colocadas sobre ellos. Como los galpones eran destinados para depositar bolsas de cereales y nunca se encontraban vacíos, colaboradores y vecinos, en vísperas de su utilización, apilaban las bolsas en una punta del galpón y eran tapadas con lonas para conservar la estética del lugar. Luego se barría y se regaba el piso para asentar el polvo. Los techos eran demasiado altos para limpiar las telarañas pero la poca luz con que se contaba no las dejaba ver. En los bailes, los primeros acordes de la orquesta espantaban las alimañas y las ratas corrían por los tirantes. Los galpones de chapas que se utilizaban eran cedidos a préstamo por acopiadores de cereales del pueblo. En los meses de intenso frío, entrar a los galpones para asistir al baile era como abrir hoy las puertas de una heladera y sentarse dentro de ella.

Para aplacar el frío se distribuían en distintos sectores medios tambores con brasas encendidas que permitían un ambiente más cálido. Quienes llegaban temprano ocupaban todos los lugares que circundaban a los tachos.
La llegada de familias completas que venían en carros, jardineras y chatas desde la colonia, a la que se sumaban vecinos del pueblo y de localidades aledañas que colmaban el lugar cambiaban la temperatura del ambiente. La helada caía sobre el techo y hacían transpirar las chapas que caían como goteras entre los asistentes.

Eran tiempos en que se trabajaba mucho para organizar algo porque se carecía de todas las comodidades de las que hoy disponemos, pero nos resultaba natural; ya lo teníamos incorporado y las fiestas resultaban todo un éxito. El ferrocarril daba a mi pueblo y en ese entorno nos movilizaba.

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2012/04/14/nosotros/NOS-15.html

miércoles, 11 de abril de 2012

La sirena que hermana al Titanic con Tafí Viejo

Miércoles 11 de Abril de 2012.

Gustavo Martinelli
LA GACETA
gmartinelli@lagaceta.com.ar







Tesoros de Tucumán.

Algunos de los elementos que fueron utilizados durante más de un siglo en los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo pueden descubrirse en un museo. Hay maquetas, vestimenta, fotos, maquinarias, mobiliario y herramientas. Ideal para los chicos.

RESTAURADA. Una de las viejas locomotoras que habitaban los talleres fue arreglada en 2010 para su exhibición. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA.


Cuenta la leyenda que cuando el majestuoso Titanic chocó contra el iceberg el fatídico 14 de abril de 1912, el capitán hizo sonar insistentemente la enorme sirena de bronce, pidiendo auxilio. Pero nadie acudió en su ayuda. Sin embargo, ese sonido quedó grabado para siempre en la memoria de los sobrevivientes. A tal punto que incluso, muchos años después del naufragio, varios de los que fueron rescatados se despertaban a mitad de la noche, sobresaltados porque escuchaban el sonido de aquel silbato dorado.

DE TODO COMO EN BOTICA. En el museo se pueden apreciar algunos de los implementos utilizados por los trabajadores.


Si la historia es cierta o no, poco importa. Lo que sí es cierto -y muchos ignoran- es que esa sirena que funcionaba a vapor tiene una hermana en Tafí Viejo: la sirena de bronce de casi dos metros de alto, que sonó durante más de 70 años en los Talleres Ferroviarios. Construída simultáneamente junto a su gemela del Titanic, esta sirena se escuchaba en toda la ciudad y convocaba a los trabajadores a sus tareas a las 5, 5.20 y 5.30 de la mañana. Yo recuerdo de niño sus últimos estertores, cuando la enorme fábrica agonizaba y casi no quedaban empleados para convocar. Escucharla a la madrugada, en medio del sopor y la desorientación, le creaba a uno la sensación de encontrarse justamente dentro de un buque, o bien en un campo de guerra. Hoy esa sirena (que aún funciona y pesa unos 300 kilos) es la estrella del Museo de los Talleres, ubicado en uno de los enormes galpones de la fábrica.

UN VIEJO ESCRITORIO. En una parte del salón se exhibe uno de los escritorios con su respectiva máquina de escribir.


"Este museo nació como homenaje a la cultura ferroviaria que dio origen a la ciudad y también para proteger los pocos bienes que nos quedan", explica Ramón Martínez, presidente de la Asociación Amigos del Museo y los Talleres Ferroviarios. Tal vez por eso, los objetos que se exhiben aquí son variados y asombrosos. Algunos de ellos fueron donados por familias taficeñas, pero la inmensa mayoría ha sido recuperada de los mismos talleres. Como por ejemplo el mobiliario que se usaban en las oficinas, o las herramientas utilizadas. Hasta las viejas máquinas de escribir (que aún funcionan) están expuestas como testimonio de una época que ya no volverá. Una de las atracciones del museo que más llama la atención a los visitantes es la réplica del tren de pasajeros con aire acondicionado que se inauguró en los años 50. En la maqueta están representados un coche de pasajeros y un coche comedor a todo lujo.

GEMELA. La sirena de bronce que sonaba a la madrugada.


En una de las paredes hay exhibidores con las medallas de bronce de los empleados, cada una con su número. "Con estas medallas se controlaba la asistencia. Era un complejo sistema que requería un trabajo logístico importante y aceitado", relató Martínez. Muchas de esas medallas fueron entregadas por las familias de los ex trabajadores.

EJEMPLO DE RUEDAS. Una maqueta muestra en detalle el sistema de ruedas que tenían los vagones.


Misterio y melancolía

En el amplio salón hay también un objeto sencillo pero misterioso. Se trata de una vieja caja fuerte de hierro forjado cuya cerradura permanece inalterable. "La encontramos en una de las oficinas, repleta de polvo y olvidada en un rincón. Hemos intentado abrirla para ver qué contiene, pero no pudimos. No tenemos la llave y sospechamos que la cerradura que se ve no es la real. Posiblemente haya alguna cerradura secreta que desconocemos. Por lo pronto sabemos que algo tiene adentro, pero desconocemos exactamente qué es. Podrían ser papeles, viejos documentos, fotos o algunos objetos", conjeturó Martínez.

BOLETERÍA CERRADA. Esta es la ventanilla de hierro que se usaba en la boletería.


Todo en el salón resuma melancolía. Desde la vetusta boletería de hierro que se encontraba en la estación y donde se vendían los pasajes hacia distintos destinos, hasta los trajes y cascos de los obreros, que permanecen colgados de las paredes como esperando el regreso de sus dueños. Pero tal vez lo que ilustra mejor la realidad de los talleres es ese grupo de ladrillos que se amontonan en una mesa de madera y que se cayeron de la chimenea de 50 metros hace más de 30 años. "Esos ladrillos tienen un tamaño especial y un sello que indica que fueron realizados en los mismos talleres. Conformaban la corona de la chimenea, hecha en hierro fundido. Pero como había una falla en los tornillos que sostenían los ladrillos, comenzaron a caerse. Sobre todo después de que un rayo pegó sobre la corona en 1981", apuntó Martínez.

TELEFONO MOVIL. Esta caja encierra un teléfono que se llevaba por las vías cada vez que se hacían trabajos de campo.


Hoy toda la chimenea está en riesgo y se desmorona lentamente; tal como sucede con lo que queda de los talleres. Y uno asume que los escombros son como las cenizas de un admirable fuego; una alegoría que nos recuerda que nosotros somos de alguna manera aquello que hemos perdido.

La incógnita de la caja fuerte
En el museo se exhibe también una caja fuerte rescatada de una oficina que nunca pudo ser abierta. No existe la llave y se cree que tiene documentación o fotos viejas.

LA ZORRA. Otro de los elementos que llama la atención es esta zorra que se usaba para desplazarse en las vías.


Lecturas sobre las vías
Uno de los orgullos de la Asociación Amigos del Museo es este vagón restaurado, en el que funciona una biblioteca. Está estacionado justo al frente del museo.

Boleteria cerrada
Esta es la ventanilla de hierro que se usaba en la boletería de la estación de tren de Tafí Viejo. Hasta se conservó el cartelito de las encomiendas y los precios.

UNA SALA DE REUNION. Entre el mobiliario del museo hay unos sillones de madera tallada.


Una sala de reunión
Entre el mobiliario del museo hay unos sillones de madera tallada que pertenecían a una de las salas de reunión que había en la administración del taller.

Teléfono móvil
Esta caja encierra un teléfono que se llevaba por las vías cada vez que se hacían trabajos de campo. Se lo conectaba a los cables de la red telefónica para llamar al taller.

LECTURAS SOBRE LAS VÍAS. Uno de los orgullos de la Asociación Amigos del Museo es este vagón restaurado.


Los ladrillos de la corona
Caídos en 1980 desde la cúspide de la gran chimenea de los talleres, estos ladrillos exhiben un sello y una numeración especial.

De todo como en botica
En el museo se pueden apreciar algunos de los implementos utilizados por los trabajadores. Hay desde botas de goma y cuero, hasta lentes y cascos protectores.

LA INCÓGNITA DELA CAJA FUERTE. En el museo se exhibe también una caja fuerte rescatada de una oficina que nunca pudo ser abierta.


Un viejo escritorio y su máquina
En una parte del salón se exhibe uno de los escritorios con su respectiva máquina de escribir, rescatado de una de las oficinas administrativas del taller.

La zorra multitrocha
Otro de los elementos que llama la atención es esta zorra que se usaba para desplazarse en las vías. Tiene un eje con una rueda que se ajusta al tamaño de la trocha.

Ejemplo de ruedas
Una maqueta muestra en detalle el sistema de ruedas que tenían los vagones y también la locomotora. El más utilizado era el de trocha angosta.

- El museo del ferrocarril está ubicado en avenida Sáenz Peña 234 (Tafí Viejo).
- La chimenea de ladrillos del taller tiene ocho metros de diámetro.
- Unas 5.663 personas trabajaban en los talleres hacia 1950.
- En 2005 se formó la asociación que mantiene viva la memoria ferroviaria taficeña.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/485568/sirena-hermana-al-titanic-tafi-viejo.html?=mlt

sábado, 7 de abril de 2012

Cuando EINSTEIN pasó por Rosario

 Sábado, 07 de abril de 2012.

Las páginas de LaCapital recuerdan el breve paso de Albert Einstein por Rosario. Fue el 14 de abril de 1925, cuando regresaba en tren de Córdoba, donde había sido invitado por la Universidad local. "Procedente de Córdoba (...) pasó ayer por Rosario, el sabio judío Alberto Einstein, quien venía en un coche reservado puesto a su disposición por el Ministerio de Obras y Servicios Públicos y acompañado por una comitiva compuesta por varios profesores de la Universidad de Buenos Aires", cuenta la crónica publicada el 15 de abril de 1925.




"Enterada la colonia israelita del paso del profesor Einstein, designó una comisión de damas y caballeros de su seno para llevarle su saludo", continúa la nota y se explaya en la nómina de esta comisión, encabezada por el entonces "presidente del Centro Sionista, señor Manuel Wachs". "El ilustre viajero -sigue- se mostró gratamente sorprendido por los agasajos, departiendo amable y cordialmente con sus connacionales. En nombre de las damas israelitas hizo entrega la señorita Teodora Wachs, de un hermoso ramo de flores naturales al profesor Einstein, quien se mostró vivamente conmovido por las atenciones de que se hacía objeto, pidiendo a la vez que transmitiera su más efusivo saludo a la colonia israelita residente en Rosario".

De no haber sido porque por aquellos años LaCapital publicaba en su tapa los avisos clasificados, en lugar de noticias, seguramente el del paso de Einstein por Rosario hubiera ganado un lugar en la portada. "Al ponerse el tren en movimiento, el numeroso público que se había congregado en la estación, estalló en un entusiasta aplauso, despidiendo al viajero cariñosamente, obligándolo a asomarse repetidas veces por la ventanilla hasta perderse el convoy de vista", concluye la crónica. Einstein visitó la Argentina durante un mes. Llegó el 25 de marzo, invitado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Sociedad Hebraica.

http://www.lacapital.com.ar/ed_educacion/2012/4/edicion_149/contenidos/noticia_5053.html