domingo, 16 de agosto de 2009

Otros ramales desaparecidos (Ramal C-1 Naré a San Javier)

Domingo 16 de Agosto de 2009.

HISTORIAS DE TRENES.

Nota VIII

Cumpliendo lo prometido en nota anterior, abordaremos el hecho inconsulto y descabellado en su momento (octubre de 1961) del levantamiento del Ramal C-1 (Naré a San Javier), que aparejado con otros cierres motivados por el tristemente célebre "Plan Larkin", promoviera una huelga sin antecedentes de los gremios ferroviarios.

Partiendo desde NARE sobre la Línea Principal "C" (Santa Fe - La Quiaca) el tendido desviaba hacia el este, pasando por Paikin, Ñandubay, Arrascaeta, Colonia Mascias, La Brava, Los Cardenales, llegando a San Javier, tras un recorrido de algo más de 100 kilómetros.

Estimamos que fue en su momento, una medida arbitraria y sin visión de futuro, si tenemos en cuenta los siguientes factores: única salida de la cosecha del arroz y cosecha gruesa, rollizos, carbón y otras cargas, además del tránsito seguro de pasajeros.

Zona surcada por ríos y arroyos, quedaba totalmente desprotegida en casos de crecientes e inundaciones, máxime teniendo en cuenta que sólo varios años después fue inaugurada la Ruta I De la Costa "Teófilo Madrejón", que tampoco daría una seguridad total de tránsito, como se vio hasta hace pocos años con el derrumbe de los puentes, que obligaron a la precariedad de los Bailey del Ejército, que limitaban totalmente el transporte. Sirva como ejemplo que en la inundación del '93, sólo se pudo llegar con auxilio a San Javier en el helicóptero gubernamental que paradójicamente aterrizaba sobre el terraplén ferroviario, único espacio emergente de las aguas.

El Ramal C-1 fue inaugurado el 15 de junio de 1917, vale decir que estuvo en servicio sólo 44 años.
Continuando con la serie de incongruencias del metié ferroviario producido en la "fatal" década del 60 y anteriores, donde no debe extrañar para nada el hecho de privilegiar las decisiones políticas a las razones técnicas y la consabida visión de futuro con análisis de situación de reales conveniencias; comentaremos lo sucedido con el Ramal Santa Fe-Colastiné y luego San José del Rincón.

Ante el evidente hecho de carecer de calado y ser de conformación muy precaria las instalaciones del Puerto de Santa Fe, se determinó efectuar uno alternativo sobre el río Colastiné, donde de hecho podían arribar buques de mayor porte. Por ley del 16 de diciembre de 1884 se ordenó la concesión de un Ramal Ferroviario que desde la Estación del Ferrocarril Santa Fe (Francés), en trocha angosta y con un recorrido de 12,3 kilómetros se dirigiera hasta una isla sobre el río Colastiné, a cuya vera se construiría un muelle para atracadero del ferrocarril y del público en general.

El Ramal arrancaba desde la Estación Francesa, cruzando la laguna Setúbal por su parte angosta, sobre un puente de madera, transitando luego los terrenos de la isla, hasta la margen derecha del Colastiné, donde se construyó el muelle protegido de 70 metros, contando además con muelles comunes de 2.000 metros de extensión.

El tendido se libró al servicio el 15 de octubre de 1886 llegando a Colastiné Norte, desde donde retrocedía hasta Colastiné Sur (unos 2.000 metros), siendo prolongado luego hasta San José del Rincón (inaugurado en diciembre de 1889).

Como la importancia del Puerto aumentaba y las cargas y exigencias eran muchas, la Cía. Francesa proyectó y realizó uno nuevo con mayor amplitud, depósitos y elementos más modernos para carga y descarga, ampliando las instalaciones ferroviarias propiamente dichas (1899). A lo citado precedentemente anexó un servicio de pasajeros, en combinación con vapores a Capital Federal.

Todos los adelantos y servicios mejorados, promovieron un movimiento de las fuerzas políticas y comerciales de Santa Fe Capital, que presionando al Gobierno nacional logró que este decretara a la ciudad de Santa Fe como cabecera del Ferrocarril Central Norte en ejecución, con las consecuencias que es dable suponer.

Aprovechando las sucesivas inundaciones que arrasaron con el primer y segundo puente (de madera) y pese a que la empresa francesa iniciara la obra de un nuevo puente, pero metálico sobre pilastras de hormigón (conocido como el "puente Colorado" o "Puente de los Polacos" sobre Avenida Costanera hacia el oeste y cuyas columnas subsisten como mudos y fieles testigos de una incongruencia. El puente propiamente dicho nunca llegó a utilizarse y fue transferido por el Gobierno nacional al Ferrocarril Trasandino, en reconstrucción luego del gran aluvión (todavía puede admirarse en la traza Mendoza-Chile en la zona de Cacheuta). Finalmente, por Decreto Ley 107731 del 13 de diciembre de 1941 se declara caduca la concesión al Ferrocarril Francés a Colastiné y Rincón y el Puerto de Gran Calado inclusive. Misión Cumplida. Todo quedó en manos y decisiones del Puerto Santa Fe, con los inconvenientes que ellos involucraría con el tiempo: poco calado que impedía el arribo de los grandes buques cerealeros, que unido a la mala ubicación del mismo, coronaron con el devenir de los años la inoperancia y progresiva obsolescencia del Puerto de Santa Fe.

Como reflexión final: de haber primado la lógica sobre la comodidad y las pruebas físicas y geográficas a tener en cuenta; ¡qué hermoso Puerto de aguas profundas y a sólo 12 kilómetros de Santa Fe, tendríamos hoy! ¡Cuántos inconvenientes, cuántas inversiones vanas e inútiles hubiéramos evitado y con qué importante fuente de ingresos contaríamos en el presente!

Apelo al criterio del amable lector; ¿hasta cuándo estiman que seguiremos en estas tesituras erróneas, que tanto daño le hacen a nuestro país?

Prof. Walter Dante Guzman
Ex Jefe de División Técnica
Talleres FF.CC. General Belgrano

http://www.laopinion-rafaela.com.ar/opinion/2009/08/16/c981690.php

viernes, 14 de agosto de 2009

El maquinista del tren presidencial

Viernes 14 de agosto de 2009.

Por: Andrés Alejandro Andreis.

El maquinista Guillermo Lambert junto a su locomotora. Foto: Gentileza Sr. Carlos Lambert.

 
El título tiene que ver también con la inauguración de la Línea Córdoba a Tucumán, cuando el 14 de octubre de 1868 por ley Nº 280 se autoriza al Poder Ejecutivo la construcción de la misma, como así la posterior extensión a Salta y Jujuy. El Estado Nacional se hacía cargo de la financiación, implementando la utilización por primera vez de la trocha de 1 metro (ancho de un riel a otro) conocida también como trocha angosta.

El 15 de enero de 1873, Telfener y Cía. adjudicatario de la obra que se licitó, presentó los correspondientes planos, los que fueron aprobados con algunas objeciones financieras. Para el 9 de mayo de aquel año se libró al servicio el tramo Córdoba-Recreo (Catamarca) sumando 265 kilómetros. Para el 30 de octubre de 1876, se libraba la línea final a Tucumán en forma precaria, con una longitud de 547 kilómetros, considerada en su momento la de mayor extensión del continente sudamericano. Nacía de esta manera el Ferrocarril Central Norte, que años después, el 22 de febrero de 1889, durante el gobierno de Miguel Juárez Celman, fue transferido parte del mismo junto a otros ramales, al Ferrocarril Central Córdoba de capitales británicos.

El acto de inauguración que fuera postergado para el 31 de octubre a causa de un temporal, reunió a 8.000 personas. Hablaron en la oportunidad el gobernador Tiburcio Padilla, Domingo Faustino Sarmiento, que durante su gestión se iniciaron las obras, y el presidente Dr. Nicolás Avellaneda que dijo en la oportunidad: “La locomotora, después de haber recorrido centenares de leguas, ha entrado por fin en la tierra prometida, la tierra del sol ardiente, del suelo fecundo y del laurel altivo que ha abatido sus frondosas hojas para alfombrar su paso. Ella ha venido, y ella es la industria, el comercio, el arte, la ciencia, la poesía, la conductora de hombres y la regeneradora de pueblos”.

Su designación

De origen inglés, Guillermo Lambert nació en el condado de Kent situado en el sureste de Londres, el 18 de febrero de 1851. En 1874 a los 23 años con oficio de mecánico viaja a la Argentina, ingresando como foguista en el incipiente Ferrocarril Central Norte. Al año siguiente, por sus dotes personales y capacidad fue ascendido a maquinista.

Grande sería su sorpresa cuando le informaron que había sido designado para conducir el tren que llevaría al presidente de la Nación, Dr. Nicolás Avellaneda, y su comitiva, en el viaje inaugural del Ferrocarril de Córdoba a Tucumán. A fines de 1875, cuando la construcción de la Línea iba llegando a su término, arribaron varias locomotoras adquiridas en Inglaterra, y Lambert fue puesto a cargo de la Fox Walker, elegida para remolcar a tan importante tren. Para que todo saliera bien, había obtenido permiso para pintar y adornar su locomotora, haciéndolo a su gusto. En aquellos tiempos, el maquinista tenía que ser ingenioso, pues la línea corría por zonas accidentadas, con pendientes peligrosas y los vehículos carecían de frenos al vacío, y el único medio de detener los trenes en caso de emergencia era a través del freno a mano, para lo cual el personal de guardatrenes tenía que subir al techo de los vagones para hacerlos funcionar, así que era necesario tener una buena comprensión entre el maquinista y los guardas. Lambert solía relatar que muchos trenes en esas pendientes durante años corrían sin control largas distancias. Hubo uno que recorrió alocadamente 62 km y, cuando pudo ser detenido, el maquinista se había asustado de tal manera que renunció a la carrera y tampoco quiso subir más a una locomotora.

La partida y la llegada

El 29 de octubre de 1876, a las 7.30 de la mañana, desde la vieja estación Garita de Córdoba, partía el tren presidencial en el que además de Avellaneda, iban otros calificados viajeros como Dardo Rocha, Julio Argentino Roca y el ministro de Justicia de la Nación, nuestro coterráneo Dr. Simón de Iriondo. El piloto principal Guillermo Lambert iba a cargo de la locomotora Nº 1 Córdoba. En una amarillenta y resquebrajada página de un diario de Buenos Aires no identificado, del 29 de setiembre de 1926, un mes antes de cumplirse los 50 años de este viaje, Lambert manifestaba: “En cada estación que parábamos, éramos objeto del más entusiasta recibimiento y al llegar a Tucumán aquel 31 de octubre a las 5 de la tarde, la recepción fue grandiosa. Todo el pueblo y las autoridades de la provincia de Tucumán se habían congregado en la estación para recibir al presidente, mientras las bandas de música ejecutaban el Himno Nacional”. Minutos después nuestro distinguido maquinista recibía los saludos y las felicitaciones del presidente Avellaneda y toda su comitiva en una jornada inolvidable.

Con el tiempo, Lambert desempeñó sucesivamente el puesto de inspector de Locomotora, jefe de Depósito y encargado de Tracción y Talleres de Tucumán, Recreo, Frías y Córdoba. Lucía bigote, barba blanca muy corta y su porte señorial como correspondía a un maquinista de su clase. Murió el 29 de noviembre de 1946. En Laguna Paiva la Avenida Lambert, que corre de sur a norte, paralela a los Talleres, lo recuerda. A esta gloria de la locomoción ferroviaria argentina le sobrevive hoy su nieta Mercedes, oriunda de Córdoba, y su nieto Carlos Lambert, ex maquinista residente en la ciudad de Santa Fe, a quien agradezco su colaboración para poder desarrollar esta nota.

https://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2009/08/14/opinion/OPIN-05.html?fbclid=IwAR3VGcMTjY9ewzCTlCIbLq0RGXZpZ4VYeDxvLzTNbJQbLnS81fnZZ9IduUc